20.10.25

SOM EL QUE RECORDEM

      Ya sabemos que era, en realidad, el monolito de 2001. Odisea en el espacio.


Hay un experimento que se lleva realizando desde hace más de una década. Se realiza sin consentimiento, sin grupo de control y sin ética: entregamos un teléfono inteligente a cada adolescente y lo dejamos en manos de empresas cuyo negocio se basa en que se pasen todo su tiempo mirándolo. Le llaman progreso, conectividad e incluso libertad. Sin embargo, a este experimento de condicionamiento pavloviano a escala planetaria habría que llamarlo idiotización; una adicción diseñada desde el conocimiento neurocientífico para que confundamos el placer con la dependencia y la conexión con la sumisión.
Hace unos meses, un grupo de investigadores propuso una escala para medir la adicción a YouTube. La llamaron YouTube Addiction Scale y la validaron con más de mil estudiantes iraníes. Los resultados fueron inequívocos demostrando que la conducta de uso problemático responde a los mismos seis componentes que cualquier otra adicción —saliencia, modificación del ánimo, tolerancia, abstinencia, conflicto y recaída—. La dopamina digital no distingue entre nicotina o notificación. El vídeo corto, el refuerzo inmediato, el estímulo constante forman la arquitectura del deseo diseñada para que nunca dejemos de mirar la pantalla. 
YouTube que nació como carrusel doméstico de ocurrencias se ha convertido en una autopista de dopamina que educa, entretiene y desinforma a partes iguales. Su mayor innovación ha sido descubrir que el tiempo de visionado se multiplica cuando se elimina la decisión. El autoplay —esa función que reproduce un vídeo tras otro sin pedir permiso— es el equivalente digital del vaso del alcohólico que el camarero diligente llena una y otra vez en la barra del bar sin que el parroquiano se lo pida. Lo que era una herramienta pedagógica y/o de ocio se ha convertido en un flujo ininterrumpido de contenido que sustituye la elección por la inercia y transforma a toda una generación en clones de Ignatius J. Reilly. 
Esa misma lógica la han replicado TikTok, Instagram y todas las demás. El scroll infinito es la «droga» más barata y eficaz jamás inventada. El algoritmo no busca la verdad ni la belleza, busca que el usuario se enganche y quede atrapado mientras se le deseca el cerebro como a una mosca en el ámbar digital de su propia atención. Las tecnológicas no han tardado en crear un concepto para medir cuanto tiempo nos quitan, se trata del share of mind y equivale al tiempo de atención que una plataforma logra monopolizar. Cuanto más tiempo pasamos en YouTube, TikTok o Instagram —y más pensamos en volver a ellas cuando no estamos conectados—, mayor es su share of mind. En otras palabras: no compiten ya por nuestros clics, sino por nuestra conciencia. 
En febrero, el condado de San Diego presentó una demanda histórica contra Meta, Google, Snap y TikTok. Los acusa de diseñar deliberadamente plataformas “manipuladoras” y “adictivas”, sabiendo que los adolescentes son particularmente vulnerables. La demanda, amparada en la figura legal de “molestia pública”, cita un aumento del treinta por ciento en diagnósticos de salud mental infantil y un incremento del quinientos por ciento en visitas de urgencia por crisis de ansiedad o depresión desde 2010. La fiscalía no habla de daños colaterales: habla de daños planificados. Las empresas niegan la acusación con el cinismo de quien factura miles de millones. Google alega que “YouTube no es una red social”. Meta insiste en que sus “herramientas de bienestar” demuestran buena voluntad. Lo mismo dijo la industria del tabaco en los ochenta. Lo mismo decían los fabricantes de máquinas tragaperras antes de que se regularan las luces intermitentes. 
La prueba más contundente no está en los tribunales, sino en las aulas. Jessica Grose lo relataba en The New York Times bajo el título “The Unexpected Upside of Phone Bans in Schools”: tras prohibir el uso del móvil en las escuelas públicas de Kentucky, los préstamos de libros en las bibliotecas se dispararon. En apenas diecisiete días, un instituto con solo un diecisiete por ciento de alumnos competentes en lectura había prestado 1.200 libros, casi la mitad de todo el año anterior. Cuando los adolescentes se vieron privados de TikTok durante ocho horas diarias, descubrieron algo impensable: el aburrimiento conduce a la lectura. Según la National Assessment of Educational Progress, un tercio de los estudiantes de último curso de secundaria carece de habilidades básicas de lectura. 
Mientras tanto, aquí en España el ministro de Transformación Digital acompaña en el Congreso a los directivos de Google para legitimar el uso de YouTube en las aulas. ¿Con qué cantos de sirena se siente impelido a acudir Óscar López a un acto así? ¿Quizás piense que se trata de progreso tecnológico? ¿Modernización de la educación? O tal vez sea algo mucho más mundano y el señor ministro piense como casi toda la clase política en el corto plazo y fantasee con los pequeños ajustes «algorítmicos» pueden decantar unas elecciones. Porque en la nueva política del clic, gobernar ya no consiste en convencer a las personas, sino en manejar las pantallas que las hipnotizan. Y quienes controlan esas pantallas, controlan también el pulso invisible de la opinión pública, esa plaza digital donde la atención se compra, se mide y se vende al mejor postor. 
Desde luego, a estas alturas, no hay nada más reaccionario que confundir pedagogía con marketing ni más ingenuo que pensar que un algoritmo que arruina la atención fuera del colegio servirá para cultivarla dentro. Y lo que empezó como una promesa de acceso ilimitado al conocimiento ha terminado siendo una fábrica de impulsos, el robo a gran escala a los creadores y la colonización definitiva de la mente por parte del capital tecnológico. Las plataformas no educan: extraen. No comparten cultura, la mercantilizan; no difunden conocimiento, lo empaquetan en fragmentos diseñados para durar lo que tarda en aparecer el siguiente anuncio. ¿Para cuándo esta otra descolonización señor Urtasun, ministro de Cultura? Porque mientras debatimos sobre lenguas cooficiales y patrimonio inmaterial, las plataformas están expoliando a todos esos autores que desde su Ministerio apoyan. 
Sigamos con la idiotización de la ciudadanía, que me voy por las ramas. La cronología coincide: en el 2013, cuando los smartphones se consolidaron en el aula, las puntuaciones en lectura y matemáticas comenzaron a caer de manera sostenida y se empieza observar un estancamiento e incluso una reversión del Efecto Flynn. A la vez, la proporción de adolescentes “casi constantemente en línea” se duplicó. Sabemos que correlación no implica causalidad, pero cambiar el ejercicio de pensar por el de deslizar tiene todas las papeletas para ser la antesala de un empobrecimiento cognitivo colectivo. No hace falta un comité científico para intuirlo. 
Instagram, por su parte, ha llevado este experimento a un terreno más oscuro. El informe Teen Accounts, Broken Promises —publicado por Fairplay y Global Action Plan— demuestra que la plataforma de Meta incumple sus propias normas de protección infantil. Las cuentas de prueba, configuradas como adolescentes de trece a dieciséis años, recibieron mensajes de adultos desconocidos, invitaciones a grupos con contenido sexual y recomendaciones de perfiles con material sobre autolesiones o trastornos alimentarios. Es decir, el algoritmo no solo no protege: amplifica el daño. El estudio revela que Instagram permite que adultos moneticen cuentas que sexualizan a menores, que el sistema de denuncias es ineficaz y que las recomendaciones algorítmicas continúan empujando a los adolescentes hacia zonas de riesgo. Meta, la empresa que prometió proteger a los jóvenes, prioriza el tiempo de pantalla sobre el bienestar. Sus promesas rotas son una constante: el “centro de seguridad para familias”, la “verificación de edad mejorada”, la “experiencia supervisada” son solo marketing. 
Y aún podemos ir más allá porque Instagram es para muchos adolescentes la puerta de entrada a la prostitución tanto para ejercerla como para practicarla. Sin embargo, la ministra de Igualdad Ana Redondo que tanto presiona para abolir el negocio del sexo de pago no se entera de lo que tiene delante de sus narices. Instagram funciona como escaparate, OnlyFans como transacción, y el cuerpo —especialmente el femenino— como mercancía algorítmica. Es un mercado perfectamente engrasado en el que el algoritmo sustituye al proxeneta y la exposición voluntaria hace innecesario el burdel. Ya no hace falta una esquina ni un intermediario: basta con un perfil, una cámara y la ilusión de control. Pero detrás de esa apariencia de libertad hay una maquinaria que convierte el deseo en dato y la intimidad en producto, mientras el Estado mira hacia otro lado, demasiado ocupado en legislar la moral como para entender cómo se está mercantilizando el alma. Y los números son espeluznantes. Investigue. 
Ya ven que vuelvo a desviar y es que es ponerse a analizar los algoritmos de las plataformas y se multiplican los frentes. Mientras el código perfecciona su capacidad para mantenernos enganchados, los adultos nos hemos rendido a la misma dependencia que criticamos en los jóvenes. La frontera entre el adolescente distraído y el profesional hiperconectado se ha vuelto borrosa. No hay aula sin notificación, ni sobremesa sin pantalla. Las redes nos han convertido en animales de respuesta inmediata, esclavos de un mecanismo de refuerzo que alterna el miedo a perdernos algo con la recompensa de una aprobación efímera. La adicción digital no es ningún accidente, es un modelo de negocio. Las empresas tecnológicas diseñan su producto como un casino portátil. Cada scroll es una tirada, cada “me gusta” un destello de dopamina, cada recomendación un cálculo estadístico de nuestras flaquezas. Los científicos lo saben, los legisladores lo intuyen, pero los usuarios seguimos apostando. 
¿He dicho Casino? He dicho casino. ¡Me cago en todo! Y aquí otro melón: el fomento de la ludopatía con los videojuegos actuales. Las administraciones, no contentas con haber permitido que florezcan salones de juego en cada manzana, han decidido no percatarse de que la industria del entretenimiento digital convierte a millones de menores en aprendices de apostador. Ya no hace falta cruzar la puerta de un local con neones y cristales opacos para engancharse al juego, basta con encender la consola, el móvil o el ordenador. La mecánica es siempre la misma: inyecciones de dopamina vía píxeles. Los llamados loot boxes, esos cofres virtuales que conceden recompensas aleatorias a cambio de dinero real son exactamente lo que parecen: tragaperras con diseño de videojuego. Y lo más perverso es que, al presentarse como parte de una “experiencia lúdica”, consiguen escapar a toda regulación. Un niño de doce años no puede comprar un boleto de lotería, pero sí gastar la tarjeta de sus padres intentando conseguir un skin legendario en Fortnite o un jugador dorado en FIFA Ultimate Team. 
Qué tiempos cuando jugábamos a The Monkey Island y los cofres virtuales contenían ingeniosas pistas para avanzar en lugar de llamativas gemas para aumentar tu colección de armas. Entonces el premio te subía la autoestima; ahora te frustra con número de monedas que no es suficiente para adquirir algún ítem necesario para avanzar en la sucesión de fases infinitas. Los algoritmos que rigen estos sistemas están diseñados desde el neuromarketing para generar frustración mientras se intercalan pequeñas victorias con “ofertas temporales” que simulan oportunidad y urgencia. Todo responde al mismo principio que los casinos de Nevada: reforzamiento variable, esa técnica psicológica que Skinner describió en sus experimentos con palomas. Ahora, tristemente, el casino lo tenemos en nuestras manos, las cartas las reparte una IA y el dinero desaparece digitalmente con los sibilinos micropagos y agotadoras suscripciones. 
Mientras el ministro Pablo Bustinduy lucha a brazo partido para que no paguemos por las maletas en cabina de las compañías low cost, a la Dirección General de Ordenación del Juego que depende de su Ministerio ni se la ve ni se la espera en un tema tan serio. Las instituciones se felicitan por “fomentar la innovación en el sector del videojuego” y hasta subvencionan ferias y eventos que son, en la práctica, pasarelas de ludopatía adolescente con luces de neón y camisetas corporativas. La retórica oficial es siempre la misma: industria cultural, formación en competencias digitales, economía creativa. Lo que no dicen es que el modelo de negocio dominante se basa en la adicción, no en la creatividad. No queda otra mencionar que varios países de nuestro entorno ya tratan los loot boxes como apuestas encubiertas: Bélgica y Países Bajos las han prohibido, mientras Noruega, Dinamarca y Reino Unido las regulan o exigen transparencia sobre las probabilidades de premio. Japón ya vetó su versión local por fomentar la adicción. Basta ya de celebrar la gamificación. 
En los años sesenta, Herbert Marcuse proponía que la tecnología podía disfrazarse de liberación para acabar controlándolo todo. Medio siglo después, el diagnóstico se ha confirmado. Pensábamos que las máquinas nos liberarían del trabajo y, al final, nos tienen esclavizados en el ocio. El algoritmo no se cansa, y por lo visto, nosotros tampoco. El asunto no es solo de salud mental. Es de libertad, o de lo que queda de ella. Cuando una generación crece sin tiempo para aburrirse, también pierde la costumbre de pensar. La atención es el petróleo de este siglo, y los dueños de YouTube, TikTok o Instagram la extraen sin remordimientos. No se limitan a distraernos, sino que deciden qué tenemos que mirar y qué «verdad» debe ser la que conozcamos. Si el algoritmo determina lo que nos gusta, ya no queda espacio para decidir nada. Solo seguimos la corriente, con el pulgar, creyendo que somos libres porque elegimos el color del grillete. 
Las prohibiciones de móviles en las escuelas son un primer gesto de resistencia. No porque vayan a devolvernos súbitamente la concentración perdida, sino porque establecen un límite simbólico. La escuela no puede competir con las tecnológicas en estímulos, pero sí puede ofrecer una alternativa: silencio, tiempo, profundidad. Si un adolescente se aburre, quizá empiece a leer; si lee, quizá empiece a pensar. En esa cadena de acontecimientos reside el camino para recuperar la dignidad intelectual. Lo que preocupa no es solo el daño que estos sistemas causan, sino la naturalidad con que lo aceptamos. Hablamos de “consumo de contenidos” como si se tratara de alimentos, pero no hay trazabilidad ni información nutricional en la etiqueta. Tampoco contamos con un medidor de la ansiedad generada por nuestro timeline, desconocemos cuánta autoestima destruye la comparación constante o cuántos neurotransmisores se liberan en cada reel. Hemos convertido el ocio en un laboratorio de reacciones químicas. 
El siglo XXI nos ha convertido en materia prima para la economía de la distracción. La solución no vendrá de las empresas que se benefician del problema ni de gobiernos que confunden digitalización con progreso. Hacen falta respuestas institucionales a todos estos algoritmos que amplifican los clásicos males que afectan al ser humano desde el principio de los tiempos como son las adicciones, el expolio o la prostitución. También hay que pedirle a la ciudadanía reflexión y activismo contralgorítmico. Una contralgoritmia que enseñe a distinguir el deseo del estímulo, el conocimiento del contenido, la conexión del consumo. Que regule, pero también que reeduque; que entienda que proteger la mente es una forma de justicia social. Porque lo que está en juego no es solo la salud mental de nuestros hijos, sino la soberanía de nuestras conciencias. De YouTube a Instagram, pasando por TikTok, OnlyFans o los videojuegos con cofres que suenan como monedas cayendo, el mensaje es el mismo: quieren tu atención, no tu opinión. La contralgoritmia no es nostalgia de un pasado analógico, es una defensa del pensamiento libre en una era que pretende programarlo todo, incluso la mente. 

De YouTube a Instagram. Los algoritmos que te idiotizan, te roban o fomentan la prostitución y el juego. Artículo elaborado para su lectura por parte de Óscar López, Ernest Urtasun, Ana Redondo y Pablo Bustinduy.

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14.10.25

EL DESPERTAR DELS DEPREDADORS


El responsable de una gran consultora internacional me comentaba hace pocos días que con la llegada de la inteligencia artificial el 40% de su catálogo de servicios había entrado en riesgo, lo explica Genís Roca en la vanguardia. Tareas como por ejemplo analizar datos y mercados, identificar tendencias, localizar buenas prácticas, hacer cuadros de mando o preparar informes están perdiendo valor. Eran servicios que daban mucho margen y se resolvían con muchas horas de los perfiles más junior de la compañía, recogiendo y elaborando información. El resultado es que con la llegada de la IA las grandes consultoras están despidiendo sus aprendices. ¿Pero si despiden los júniors, de donde saldrán los seniors del futuro?
En las tareas relacionadas con la gestión de la información, que son muchas a cualquier empresa, la tendencia es apoyarse en IA en lugar de pedirlo a alguien. Las personas que saben y tienen experiencia pueden evaluar la respuesta que les da la IA y repreguntarle tantas veces como haga falta hasta que obtienen un resultado que los parece interesante y adecuado. Estas interacciones antes se hacían con un aprendiz, que de iba aprendiendo el oficio y entendiendo de alguien más experimentado qué eran los razonamientos y aquello que se esperaba, pero pedía mucho tiempo y mucha paciencia por parte de los dos. Ahora, con la IA, todo esto sucede mucho más rápidamente y casi sin coste económico, pero la figura del aprendiz desaparece y quien aprende a pensar y razonar es la IA.

Tanto se vale si hablamos de periodistas, contables, entrenadores de fútbol, médicos o tenderos. Los nuevos profesionales se apoyarán sistemáticamente en la IA, porque es una herramienta útil y poderosa, pero antes necesitamos que conozcan el negocio y aprendan a pensar. Hasta ahora esto se aprendía más en los primeros años de trabajo que no en todos los anteriores de formación y estudio, y la IA está destruyendo sobre todo estas posiciones de aprendizaje.

Ya hace tiempo que nuestro modelo educativo pide una profunda reformulación, que se reclama una apuesta seria por la formación profesional una mayor relación entre universidad y empresa no solo en proyectos de investigación sino también en los procesos de aprendizaje, una apuesta por la acreditación de competencias y no solo conocimientos, y un largo etcétera de diagnósticos que confirmen que hoy en día aprobar un examen ya no demuestra nada, aunque te den un título.

Un golpe más la IA nos pone ante el espejo. Cada vez que una IA nos contesta con un sesgo racista, no hace otra cosa que evidenciar que nuestra historia, con la que lo hemos entrenado, es insoportablemente racista. Ahora nos enfrenta a la realidad de una tradición educativa más orientada a evaluar el resultado (un examen o un trabajo por escrito) que no el proceso y el razonamiento, pero sobre todo demasiado desconectada del mundo real. Y también nos demuestra que a demasiadas empresas la apuesta por el talento y el desarrollo competencial de los empleados era mentida, y que siempre ha importado mucho más el resultado económico a corto plazo.
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11.9.25

'FACHAVALES', EL NOU MASCLISME JUVENIL

En els últims anys, ha emergit a Espanya una figura que inquieta tant sociòlegs com educadors: els 'fachavales'. Joves, majoritàriament homes, que combinen estètica urbana, llenguatge digital i una actitud desafiadora envers els avenços socials en igualtat de gènere. No s'identifiquen com a masclistes, però els seus discursos i actituds reprodueixen, amb codis nous, les velles estructures patriarcals.
Aquest fenomen no sorgeix al buit. És la resposta d'una part de la joventut a un món que canvia massa de pressa per als que van créixer amb referents tradicionals de masculinitat. El feminisme, la diversitat sexual, la consciència ecològica o el qüestionament dels privilegis històrics es perceben com a amenaces. I davant d'aquesta incomoditat, alguns reaccionen amb ironia, negacionisme i una aparent rebel·lia que, en realitat, és profundament conservadora.

Els 'fachavales' no militen en partits ni escriuen manifestos. S'expressen a TikTok, a Twitch, en fils de X (abans Twitter), on l'antifeminisme es disfressa d'humor, de “sentit comú” o de victimisme masculí. Frases com “el feminisme ja no cerca igualtat, sinó privilegis” o “ara els homes no poden dir res” es repeteixen com a mantres als seus espais digitals. La crítica a la violència de gènere, a les lleis d'igualtat o als moviments socials es converteix en contingut viral, reforçat per algorismes que premien la polèmica.

Aquest nou masclisme no crida, però es burla. No imposa, però desacredita. No copeja, però invisibilitza. I ho fa amb una eficàcia preocupant, perquè s'adapta al llenguatge de les xarxes, a l'estètica del mem, al ritme de l'scroll infinit. És el masclisme 2.0: més subtil, més jove, més difícil de detectar.

La pregunta que queda a l'aire és com respondre. Des de l'educació? Des dels mitjans? Des de la política? La veritat és que ignorar el fenomen no el farà desaparèixer. Els 'fachavales' són el símptoma d'una masculinitat en crisi i, com tot símptoma, mereix ser atès abans que es converteixi en malaltia.
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17.8.25

ACCELERAR AMB LA IA

Mentre es produïa el cop militar, el president es va dirigir als xilens per ràdio des del Palau de la Moneda. Sabent que la seva pròpia mort estava propera, va voler deixar un missatge d'esperança. El matí de l'11 de setembre del 1973 es va iniciar la revolta militar contra el Govern d'Unitat Popular a Xile. El president Salvador Allende va emetre una sèrie de missatges per ràdio en què va anunciar que no es rendiria ni abandonaria el Palau de la Moneda. Sabent que la seva mort estava propera, va animar els treballadors xilens a no perdre l'esperança amb un discurs avui cèlebre: “Molt més d'hora que tard, novament s'obriran les grans alberedes per on passi l'home lliure, per construir una societat millor” . Al voltant de dos quarts de deu, va començar l'assalt al palau presidencial amb tancs i infanteria. Al migdia va ser bombardejat des de l'aire.
Tot i que la versió oficial de la Junta Militar que s'havia tractat d'un suïcidi va ser descartada inicialment pels allendistes, el 2014 la Cort Suprema de Xile va determinar que Allende s'hauria suïcidat. D'aquesta manera, oficialment la causa de mort de l'expresident socialista va ser suïcidi. La seva negativa a acceptar una oferta d'un pas segur —és a dir, exili facilitat per a ell i la seva família, opció que sí que va acceptar el socialista Carlos Altamirano Orrego—, implicava que tenia la intenció de lluitar fins al final. Poc després, Allende va ser trobat mort a La Moneda. El 1971, Allende havia expressat «Jo compliré el meu mandat. M'hauran de crivellar a trets perquè deixi d'actuar...»

"Radio Corporación - 7:55 A.M. - Les habla el presidente de la República desde el Palacio de La Moneda. Informaciones confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la ciudad estaría ocupada, lo cual significa un levantamiento en contra del gobierno, del gobierno legítimamente constituido, del gobierno que está amparado por la ley y la voluntad de los ciudadanos. 

En estas circunstancias, llamo, sobre todo, a los trabajadores. Que ocupen sus sitios de trabajo, que concurran a sus fábricas, que mantengan la calma y serenidad. Hasta este momento en Santiago no se ha producido ningún movimiento extraordinario de tropas y, según me ha informado el jefe de la Guarnición, Santiago estaría acuartelado y normal. En todo caso yo estoy aquí, en el Palacio de Gobierno, y me quedaré aquí defendiendo el Gobierno que represento por voluntad del pueblo.

Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y lo prestigia: el profesionalismo de las Fuerzas Armadas. En estas circunstancias, tengo la certeza de que los soldados sabrán cumplir con su obligación. De todas maneras, el pueblo y los trabajadores, fundamentalmente, deben estar movilizados activamente, pero en sus sitios de trabajo, escuchando el llamado que pueda hacerle y las instrucciones que les dé el compañero presidente de la República.

8:15 A.M. - Trabajadores de Chile: Les habla el Presidente de la República. Las noticias que tenemos hasta estos instantes nos revelan la existencia de una insurrección de la Marina en la provincia de Valparaíso. He ordenado que las tropas del ejército se dirijan a Valparaíso para sofocar este intento golpista. Deben esperar las instrucciones que emanan de la Presidencia. Tengan la seguridad de que el presidente permanecerá en el Palacio de La Moneda defendiendo el gobierno de los trabajadores. Tengan la certeza que haré respetar la voluntad del pueblo que me entregara el mando de la nación hasta el 4 de noviembre de 1976.

Deben permanecer atentos en sus sitios de trabajo a la espera de mis informaciones. Las fuerzas leales respetando el juramento hecho a las autoridades, junto a los trabajadores organizados, aplastarán el golpe fascista que amenaza a la patria.

8:45 A.M. - Compañeros que me escuchan: La situación es crítica, hacemos frente a un golpe de Estado en que participan la mayoría de las Fuerzas Armadas. En esta hora aciaga quiero recordarles algunas de mis palabras dichas el año 1971, se las digo con calma, con absoluta tranquilidad, yo no tengo pasta de apóstol ni de mesías. No tengo condiciones de mártir, soy un luchador social que cumple una tarea que el pueblo me ha dado. Pero que lo entiendan aquellos que quieren retrotraer la historia y desconocer la voluntad mayoritaria de Chile; sin tener carne de mártir, no daré un paso atrás. Que lo sepan, que lo oigan, que se lo graben profundamente: dejaré La Moneda cuando cumpla el mandato que el pueblo me diera, defenderé esta revolución chilena y defenderé el gobierno porque es el mandato que el pueblo me ha entregado. No tengo otra alternativa. Sólo acribillándome a balazos podrán impedir la voluntad que es hacer cumplir el programa del pueblo. Si me asesinan, el pueblo seguirá su ruta, seguirá el camino con la diferencia quizás que las cosas serán mucho más duras, mucho más violentas, porque será una lección objetiva muy clara para las masas de que esta gente no se detiene ante nada.

Yo tenía contabilizada esta posibilidad, no la ofrezco ni la facilito. El proceso social no va a desaparecer porque desaparece un dirigente. Podrá demorarse, podrá prolongarse, pero a la postre no podrá detenerse. Compañeros, permanezcan atentos a las informaciones en sus sitios de trabajo, que el compañero Presidente no abandonará a su pueblo ni su sitio de trabajo. Permaneceré aquí en La Moneda inclusive a costa de mi propia vida.

Radio Magallanes 9:03 A.M. - En estos momentos pasan los aviones. Es posible que nos acribillen. Pero que sepan que aquí estamos, por lo menos con nuestro ejemplo, que en este país hay hombres que saben cumplir con la obligación que tienen. Yo lo haré por mandato del pueblo y por mandato consciente de un presidente que tiene la dignidad del cargo entregado por su pueblo en elecciones libres y democráticas. En nombre de los más sagrados intereses del pueblo, en nombre de la patria, los llamo a ustedes para decirles que tengan fe. La historia no se detiene ni con la represión ni con el crimen. Esta es una etapa que será superada. Este es un momento duro y difícil: es posible que nos aplasten. Pero el mañana será del pueblo, será de los trabajadores. La humanidad avanza para la conquista de una vida mejor.

Pagaré con mi vida la defensa de los principios que son caros a esta patria. Caerá un baldón sobre aquellos que han vulnerado sus compromisos, faltando a su palabra... roto la doctrina de las Fuerzas Armadas. El pueblo debe estar alerta y vigilante. No debe dejarse provocar, ni debe dejarse masacrar, pero también debe defender sus conquistas. Debe defender el derecho a construir con su esfuerzo una vida digna y mejor.

9:10 A.M. - Seguramente, ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción y serán ellas el castigo moral para quienes han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, también se ha autodenominado Director General de Carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡no voy a renunciar!

Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad al pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregaramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra de que aceptaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena, reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo sobre todo a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista le da a unos pocos.

Me dirijo a la juventud, aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las líneas férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de pro[inaudible].

Estaban comprometidos. La historia los juzgará. Seguramente Radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal [inaudible] los trabajadores. 

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse. Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".  Transcripción de marxists.org. ctxt.es

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29.7.25

UMARELLS AL PODER


No necessitem viatjar a Mart: deu lliçons de José Saramago per a la humanitat del futur. Cristina Ros a el diario.es.

Han passat quinze anys des de la mort de José Saramago (Azinhaga, 1922-Tias, 2010) i la seva literatura sembla anar encara més contra corrent de la deriva que ha pres Occident que quan es va escriure. D'escriptura complexa, amb una veu que tendeix a la introspecció i es recolza en el fluir de la consciència, les seves obres posseeixen un important calat filosòfic, es vertebren entorn d'elements simbòlics, són incisives i elusives, mira la realitat amb els ulls desenganyats i l'intel·lecte viu, però mai la serveix plana. Llegir-ho pot aportar un plaer intel·lectual difícil d'explicar; ara bé, en aquests temps en els quals prolifera el 'contingut' de digestió ràpida, pot ser apartat per difícil, exigent, rar.

L'escriptor, el veritable escriptor literari, ha estat sempre un rebel, un inconformista, un artista de la paraula que se sap un inadaptat en la societat; és natural, per tant, que el seu públic sigui també minoritari, que les seves creacions provoquin el desconcert i la incomprensió de les majories. És, de fet, 'desitjable': la literatura no va néixer per a la complaença acrítica, ha d'oferir alguna cosa més. Aquesta vocació, aquest instint, es manifesta en qualsevol dels seus textos, i això inclou la narrativa infantil, que quan va de debò no és ni tan innocent ni tan plàcida com sol creure qui no s'acosta a ella mai.

S'acaba de publicar a Espanya Un blau per a Mart (Lumen infantil, 2025, trad. Basilio Losada), un text breu que l'autor va escriure en 1969 per al periòdic A Capital i que després es va incorporar al volum de cròniques Deste Món e do Outro (1971). L'edició està il·lustrada per Claudia Legnazzi, que fa una gran feina per a complementar-lo, donat l'escarit que és i l'escassetat de descripcions. Navega per l'escala de grises –una decisió que s'entén en llegir-ho– i aposta per imaginar la superfície del planeta vermell amb línies geomètriques i una imatgeria robòtica, de la ciència-ficció clàssica.

El narrador és un terrícola que, al seu retorn, dona compte d'un viatge a Mart. Malgrat l'aparença, i del bé que ho vesteix l'editorial, qualificar-ho de “conte” és espinós. No és una rondalla a l'ús, almenys no de la forma que predomina avui. Saramago, coneixedor dels clàssics, adopta el registre de la paràbola per a transmetre una sèrie de lliçons; això és, Un blau per a Mart és abans de res un text per a pensar, potser més orientat a adults, encara que s'expressi des d'una veu verge, la veu de qui ha trepitjat una terra estrangera i explica el que ha vist sense jutjar, amb transparència. I té un final dels quals no el donen tot mastegat, que convida a rellegir i a continuar fent preguntes (qui sap: potser fins i tot a 'continuar' el relat, cada lector a la seva manera).

Però, abans d'arribar a l'última pàgina, regala unes quantes píndoles per a reflexionar. L'única transgressió que es permet el narrador és contar el que ha vist allí malgrat haver promès als marcians que no ho faria. Ho fa, confia, pel bé de la humanitat; i és com si Saramago ens fes l'ullet: un escriptor sap bé el que significa utilitzar un material aliè o trair un secret per a convertir-lo en una narració memorable. Sota la senzillesa aparent del relat, aquest té múltiples capes; el que escriu aquest autor mai és sol el que sembla, i mai serà igual la interpretació dels lectors.

Deu lliçons 'marcianes'…
  • 1. Hospitalitat cap a l'estranger. El viatger terrícola no va avisar de la seva arribada, però així i tot els marcians el reben amb atenció, dediquen el seu temps a ensenyar-li el planeta perquè no se senti perdut, s'acoblen al desconegut malgrat els eventuals contratemps que els pugui ocasionar. Una lliçó que, en la Terra, pot aplicar-se al tractament de la immigració, sobretot quan (també) arriba d'improvís.
  • 2. Protecció dels serveis públics. Sense emprar una terminologia burocràtica, la filosofia de vida de la població autòctona es fonamenta en la màxima “Cada marcià és responsable de tots els marcians”, una idea que recorda al repartiment igualitari de les tasques menys grates que planteja així mateix Ursula K. Le Guin, a més de remetre a la recaptació d'impostos per a garantir les necessitats bàsiques de tots.
  • 3. Compromís actiu. “Mentre vaig ser allí […], mai vaig veure que un marcià s'encongís d'espatlles”, diu el narrador. No n'hi ha prou amb tenir bones intencions: cal passar a l'acció quan és necessari, sigui per a ajudar a un altre o per a rebel·lar-se (o tots dos, perquè de fet solen anar de bracet). Promou els vincles, l'enfortiment de la comunitat enfront de l'individualisme egoista.
  • 4. Pacifisme. En Mart “no hi ha guerres. Mai n'hi ha hagut”. Els conflictes es poden resoldre d'una altra manera; o, també pot ser, no es generen tantes tensions perquè la població, 'tota' la població, viu en igualtat d'oportunitats, sense ànsies de poder. És probable que pequi d'idealisme –ja no per rebutjar un conflicte armat, sinó perquè sembla negar qualsevol tipus de desavinença–, però això porta al següent punt, molt pertinent.
  • 5. Contra el determinisme biològic. Els marcians ni tan sols saben el que és la guerra, no entenen al foraster quan li ho explica. Això refuta el determinisme que justifica moltes atribucions de la societat amb falsos fonaments “biològics”; l'ésser humà no neix sabent guerrejar, ni és propens a la violència. No té per què ser “un llop per a l'home” si no li ho ensenyen. El mateix val per a les creences infundades sobre les dones, les ètnies minoritàries i altres col·lectius que han sofert moltes injustícies al llarg de la història.
  • 6. Sense desigualtats geogràfiques. “El que més em va desconcertar”, confessa el viatger, “va anar no saber què era camp i què era ciutat”. D'entrada, això pot transmetre una imatge lúgubre i tristament uniforme de Mart; ara bé, si anem més enllà del mapa físic, hi ha una lectura política interessant: ningú és més que un altre per viure en una zona determinada, el transport arriba a totes les àrees, qualsevol lloc, per remot que sigui, disposa de més que suficient per a viure. Que no hi hagi distinció entre camp i ciutat cal entendre-ho en termes de serveis, d'oportunitats.
  • 7. Contra l'utilitarisme. “Al final, ja no em sorprenia veure un gran hospital o un gran museu o una gran universitat […] en llocs per a mi inesperats”. Per als marcians, invertir en educació, sanitat i cultura no és cap balafiament: no sols asseguren que tots els ciutadans puguin accedir a ells, sinó que procuren, per exemple, que hi hagi prou professors en tots els centres, encara que existeixi poca demanda d'una carrera.
  • 8. Defensa de l'educació humanista. Derivat de l'anterior, s'entreveu una defensa implícita d'aquells estudis menystinguts en aquesta era capitalista: l'art, la literatura, els clàssics grecollatins, la filosofia, la història… Tot el que integra les humanitats, és a dir, la qual cosa nodreix el pensament crític i promou la creativitat. En Mart, la formació de l'alumne en aquesta direcció es prioritza a qualsevol ensenyament tècnic orientat només al benefici material i immediat.
  • 9. Contra la colonització (espacial). Pot semblar una descortesia, però els marcians no pretenen retornar la visita del terrícola. No és menyspreu ni desinterès, tan sols que abans de res han d'ocupar-se dels seus assumptes. Dit d'una altra manera: abans de fantasiar amb viatges intergalàctics, més val conèixer-se a un mateix, conèixer el seu propi entorn i solucionar els problemes dels seus semblants. Treballem per millorar el que tenim en lloc de somiar amb un creixement desaforat.
  • 10. Cerca incansable. En Mart falta alguna cosa, i als seus habitants els pesa; després de tot, no és un planeta ideal. Així succeeix amb tot: el món, la vida, nosaltres, res ni ningú és perfecte, no existeix la “compleció”. Amb tot, els marcians no es resignen: la seva curiositat insaciable els empeny a prendre cada manca com un estímul per a no deixar d'investigar, d'aprendre, de buscar alternatives. I potser aquesta és la millor expressió d'estar viu.

És fascinant el que pot aconseguir la literatura, i, en aquest cas, l'edició: rescatar aquest text oblidat i fer-lo dialogar amb una il·lustradora (re)crea una obra amb una nova entitat pròpia, que es llegeix distint de com es llegiria en un diari o en una compilació, i que també aconseguirà a lectors que de tot mode no l'haurien descobert. Uns lectors potencials que abasten una àmplia escala d'edats; seria gratificant, sobretot, llegir-ho 'amb' nens, posar-los aquest llibre davant perquè interactuin amb els dibuixos mentre pregunten a l'adult. Qui sap quines perles inesperades brollaran de les seves ments sorpreses, qui sap quines llavors del pensament saramaguià donaran fruits.

Els nens són especialment receptius al llenguatge simbòlic, i això evoca una última lliçó: la literatura és una mica més que una narració plana, lleugera, literal. Avui s'adverteix de la pèrdua de la capacitat per a detectar la ironia, en la ficció abunden les històries planes i sense matisos, la crítica sovint es limita al tema en detriment de les qualitats formals o l'habilitat per a transmetre emocions. Aquest llibre posa en valor tot allò de què és capaç una creació artística, que pot ser crítica sense ser pamfletària, pot fer denúncia sense sagnar, pot fer poesia sense vers. Això no ho aprenem de Mart, sinó d'un gran escriptor anomenat José Saramago.
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18.7.25

LA HISTORIA NO NOS ABSOLVERÁ


Los cristales de nuestras ventanas tintinean con el rumor lejano de una calma rota. Creímos que la pulcritud de nuestras avenidas y la elegancia de nuestros museos bastaban para sostener la ilusión de un mundo amable. Pero mientras admirábamos esa fachada perfecta, al otro lado del Mediterráneo se derrumbaban casas, se ahogaban risas infantiles, se convertían en cenizas historias que nunca llegarán a contarse. Hemos levantado monumentos a la concordia y erigido catedrales al progreso, y, sin embargo, toleramos el estruendo de artillería que desgarra vidas en Gaza. Nuestro silencio, tejido con hilos de indiferencia y disimulo, es un acto de complicidad más brutal que cualquier proyectil. En los despachos donde se firman permisos de exportación de armamento —tan pulcros, tan discretos—, sellamos cada vez un pacto con la muerte.

Viajemos con la imaginación: una fábrica en Alemania, un puerto en Francia, un hangar en Italia. En ellos, generaciones han dado forma al metal, al plástico, a la chispa de la pólvora. Esa energía que nos enorgullece —la de la invención, la de la industria— se reconvierte hoy en máquina de fijar destinos devastados. Cada dron, cada cohete, cada fusil que parte de suelo europeo se convierte en testigo mudo de nuestro desdén por la dignidad humana. Y en Gaza, los cadáveres de una memoria colectiva se apilan sin piedad. Hay madres que buscan brazos donde ya no hay nada, hay corazones que laten en el aire espeso de una ciudad en ruinas. Las voces de esos niños —víctimas de nuestros silencios— resuenan como un réquiem que no concede descanso. Si Europa se precia de no repetir los fantasmas de su pasado, ¿cómo explicar esta resignación activa ante un genocidio que acontece bajo su mirada?

Tal vez quede la última esperanza en la insurrección de nuestra conciencia. Que dejemos de creer que la diplomacia es un juego de equilibrios y comprendamos que el precio de nuestra pasividad se paga con vidas. Que cerremos las puertas de las fábricas de muerte, que abramos las de los campos de ayuda humanitaria, que elevemos en voz alta los nombres de los que perdieron todo.

La historia no nos absolverá: inclinará su balanza hacia aquellos que, habiendo sido custodios de la civilización, miraron hacia otro lado. Aún estamos a tiempo de torcer el relato y escribir una página de arrepentimiento y reparación. Pero sólo si dejamos de ser cómplices y nos atrevemos a alzar la voz. Europa, despierta: tu dignidad está en juego.

Y la pregunta es, la historia no absolverá a Netanyahu, pero y el mundo, la justicia mundial?

Los tribunales de la historia han alzado su balanza contra los poderosos antes que contra los débiles, pero el mecanismo de la justicia internacional sigue siendo un engranaje frágil, sujeto a la voluntad política de los Estados. La Corte Penal Internacional dictó órdenes de detención contra Netanyahu, señalándole entre los acusados de usar el hambre como arma de guerra y de dirigir ataques contra la población civil. Sin embargo, esas órdenes no se transforman de inmediato en esposas: dependen de que 124 países – muchos de ellos aliados estratégicos de Israel – quieran ejercer su obligación legal de detenerle.

La justicia mundial existe más en principios que en realidades concretas. Carece de policía propia y se apoya en la cooperación de Gobiernos que habitualmente anteponen intereses geopolíticos a los imperativos humanitarios. Así, la retórica de “cumpliremos con el Estatuto de Roma” puede perderse en despachos donde los votos a favor de un bloqueo diplomático pesan más que la sangre de civiles.

Pero incluso esa justicia a medias sirve como espejo para la conciencia colectiva. Que la CPI le haya apuntado con su dedo judicial mantiene viva la memoria de las víctimas y obliga a los pueblos a preguntarse si tolerarán impunidad para los líderes que autorizan bombardeos sobre hospitales o estrangulan a una población entera. Cada vez que un Estado miembro sacude la cabeza ante las órdenes de arresto sin ejecutarlas, la legitimidad de la justicia internacional se resiente.

Puede que Netanyahu nunca pise un tribunal en La Haya, o que visite países que le protejan bajo la inmunidad diplomática. Aun así, el juicio global se juega en otro escenario: el de las calles, las redes sociales, los parlamentos y las plazas donde los ciudadanos exigen rendición de cuentas. Es ahí, en el pulso entre la opinión pública y los Gobiernos, donde el concepto mismo de justicia mundial se define.

El mundo no está a salvo de su propio silencio. Si permitimos que la inacción se convierta en norma, la justicia internacional se volverá un lamento vacío, un monumento al fracaso colectivo. Pero si nos negamos a aceptar la impunidad y presionamos a nuestros líderes para que cumplan las órdenes de arresto, esa justicia que hoy parece frágil puede convertirse en una fuerza imparable.

Al final, no bastan las sentencias de la historia ni las proclamas de tribunales distantes: lo que definirá la justicia mundial será la determinación de los pueblos para exigir que ningún responsable de crímenes de guerra camine libre. Esa es la verdadera medida de si el mundo está dispuesto a juzgar a Netanyahu y a todos los que, con un simple gesto de su rotulador, sellan pactos con el horror.

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2.6.25

LA NIT DELS VIDRES TRENCATS

La nit del 9 al 10 de novembre de 1938, el règim nazi va coordinar una onada de violència antisemita a l'Alemanya nazi, la qual es coneix com a Kristallnacht o "la nit dels vidres trencats". L'atac va rebre aquest nom a causa dels vidres dels aparadors fets miques que van cobrir els carrers després de la violència. Se suposava que aquesta violència semblaria un esclat espontani d'ira contra els jueus. De fet, els líders nazis van coordinar-la activament amb el suport d'Adolf Hitler. La nit del 9 de novembre, els van ordenar als membres dels grups paramilitars del Partit Nazi (les SS, les SA i les Joventuts Hitlerianes) que ataquessin les comunitats jueves.  

En les següents hores i dies, grups organitzats de nazis van causar estralls en les vides dels jueus de l'Alemanya nazi. els atacs. Les forces de policia no van protegir els jueus ni les seves propietats. L'endemà al matí, el règim nazi va ordenar a la policia que arrestés uns 30.000 jueus alemanys. Aquests homes no havien comès cap delicte. La policia els va arrestar simplement per ser jueus. Van ser enviats a camps de concentració com el de Dachau i el de Buchenwald. Els arrestos van escandalitzar i van aterrir les famílies i comunitats jueves. Les autoritats nazis van alliberar molts d'aquests homes, en els casos que les seves famílies van poder demostrar que tenien plans de sortir d'Alemanya. Altres van morir en aquests camps. 

La nit dels vidres trencats va ser un moment decisiu per als jueus d'Alemanya. Posteriorment, molts jueus van concloure que no tenien futur a l'Alemanya nazi.

DATES CLAU: 

7 de noviembre de 1938, El catalitzador del Kristallnacht - Herschel Grynszpan dispara a Ernst vom Rath. Grynszpan és un jueu polonès-alemany de 17 anys que viu a París. Vom Rath és un diplomàtic alemany de baix rang assignat a l'ambaixada alemanya a París. Pel que sembla, Grynszpan actua en desesperació pel destí i dels seus pares, a qui el règim nazi havia expulsat d'Alemanya Polònia. Els nazis aprofiten l'incident per incitar el fervor antisemita. Afirmen que Grynszpan no va actuar pel seu compte, sinó que va ser part d?una conspiració jueva més àmplia contra Alemanya. Quan Vom Rath mor el 9 de novembre, els líders nazis aprofiten aquesta teoria com a pretext per a la Kristallnacht. 

9 de novembre de 1938 - Joseph Goebbels instiga la Kristallnacht - Els líders del Partit Nazi de tota Alemanya es reuneixen a Munic per commemorar el Putsch de la Cerveseria, un fallit intent per part d'Adolf Hitler el 1923 per prendre el poder d'Alemanya. Durant l'esdeveniment, s'assabenten que Vom Rath havia mort a causa de les ferides. En resposta, el ministre alemany de propaganda Joseph Goebbels pronuncia un apassionat discurs antisemita. Amb permís de Hitler, Goebbels convoca un atac contra les comunitats jueves d'Alemanya. Després del discurs, els funcionaris nazis truquen als seus respectius districtes i comuniquen les instruccions de Goebbels. Això provoca la violència que ara es coneix com a Kristallnacht o "la nit dels vidres trencats".  15 de novembre de 1938: Els nord-americans condemnen la Kristallnacht. Els titulars dels diaris nord-americans condemnen la violència de la Kristallnacht. En una conferència de premsa convocada el 15 de novembre del 1938, el president nord-americà Franklin D. Roosevelt denuncia l'atac antisemita. En una declaració oficial, escriu el següent: "En allò personal, amb prou feines puc creure que aquestes coses puguin passar en una civilització del segle XX". El president retira l'ambaixador dels EUA. UU. a Alemanya. 

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